Imagina una cita del futuro con tu médico estético, en la que un programa de Inteligencia Artificial (IA) te sugiriera, con solo escanear tu rostro, el procedimiento más adecuado para tu tipo de piel. Y luego, un robot te inyectará Botox con precisión milimétrica, justo en las zonas en las que más lo necesitaras, dándote como resultado la apariencia que tanto anhelabas.
Aunque suene como sacado de una película de ciencia ficción, este escenario no está lejos de la realidad. Y es que actualmente, se están desarrollando diversas herramientas tecnológicas que incluyen inteligencia artificial, automatización e imágenes en 3D; que prometen que las aplicaciones de neuromoduladores sean más precisas, seguras y personalizadas.
Pero la revolución no termina ahí: además de los avances tecnológicos, también se están desarrollando nuevas fórmulas, usos terapéuticos e incluso métodos que podrían hacer las agujas cosa del pasado. Aquí te contamos las cinco áreas clave que están cambiando la forma en que se aplica y se entiende el uso de los neuromoduladores.
Expertos destacados:
- Dr. Konstantin Vasyukevich, cirujano plástico en Nueva York, NY
- Dr. Oren Tepper, cirujano plástico en Nueva York, NY
- Dr. Raman Mahabir, cirujano plástico en Tucson, AZ
- Dra. Bertha Baum, dermatóloga certificada en Miami, FL.
Inteligencia Artificial: la puerta hacia la personalización
La inteligencia artificial está ayudando a que los tratamientos estéticos sean cada vez más personalizados, gracias al registro facial, al análisis de los movimientos musculares, y a los algoritmos de autoaprendizaje que se van nutriendo con el historial de cada paciente. Algunos expertos incluso creen que, en un futuro cercano, será posible medir detalles tan específicos como el nivel de hidratación de la piel para recomendar un tratamiento específico.
“El uso de la inteligencia artificial va a tener un efecto en la forma en que podamos tratar la piel de los pacientes. Vamos a tener cosas más avanzadas, donde podamos medir la hidratación de la piel y saber qué tipo de cuidado de la piel es el mejor, dependiendo del análisis y los estudios que la inteligencia artificial nos provea, para dar algo todavía más personalizado para cada paciente”, explica la Dra. Bertha Baum, dermatóloga certificada con base en Miami, Florida.
Por su parte, el cirujano plástico Konstantin Vasyukevich, con sede en Nueva York, New York, asegura que esta tecnología permitirá “diseñar planes de tratamiento a la medida, tomando en cuenta la estructura facial, la calidad de la piel y los objetivos estéticos de cada persona”.
Sin ir tan lejos, en la actualidad, basta con subir una foto tuya a una herramienta basada en inteligencia artificial como ChatGPT para que, en segundos, pueda sugerirte las zonas del rostro donde podrías considerar la aplicación de neuromoduladores.
Eso sí, cabe mencionar que este tipo de herramientas, no sustituyen la valoración médica profesional, pues por muy eficaces que parezcan estos sistemas, algunos estudios han demostrado que muchas de ellos no cuentan con datos de validación clínica que respalden su funcionamiento.
Imágenes e impresión en 3D: ¡Resultados realistas!
La sensación de insatisfacción tras una mala aplicación de neuromoduladores podría convertirse en cosa del pasado, gracias al uso de imágenes 3D. Esta tecnología ya está siendo utilizada por especialistas para mostrar, en tiempo real, cómo se vería el rostro del paciente después de un tratamiento estético.
“En lugar de hablarle al paciente mientras se mira en un espejo, podemos mostrarle sus imágenes 3D en pantalla y manipularlas en tiempo real. Esto permite tener una conversación más clara sobre sus expectativas”, señala el Dr. Oren Tepper, cirujano plástico, con base en Nueva York.
Pero esto es solo el comienzo. También se están imprimiendo moldes en 3D para planificar los procedimientos con mayor precisión y controlar mejor los resultados finales. Una de las investigaciones más sorprendentes en esta área, es la de la Dra. Saranya P. Wyles, dermatóloga e investigadora del Centro de Medicina Estética de la Clínica Mayo; la cual con ayuda de una impresora “de piel” 3D, está creando avatares con características específicas para cada paciente.
“Suena muy de ciencia ficción. Al igual que una impresora tradicional que usa tintas de diferentes colores, nosotros usamos “biotintas” distintas. Fibroblastos, melanocitos, queratinocitos… cada uno de estos representa una tinta diferente, como si fueran cian, magenta o negro. Estas biotintas se cargan y se imprimen en distintas densidades. Lo más emocionante es que estamos trabajando en crear avatares personalizados para cada paciente: modelos que representen sus condiciones específicas, su genética única y hasta mapas detallados de su piel, por así decirlo”, detalla la experta en una entrevista publicada por la Clínica Mayo.
¿La desventaja de esta tecnología? De acuerdo a Raman Mahabir, cirujano plástico con base en Tucson, Arizona, “existe el riesgo de prometer de más y no cumplir con los resultados al utilizar estas tecnologías. Además, los dispositivos 3D empleados en las consultas suelen ser costosos, lo que eleva el precio para los pacientes”.
Los robots: el futuro de las inyecciones
La empresa francesa NextMotion, dedicada a proveer soluciones tecnológicas, dice contar con el primer robot autónomo con inteligencia artificial diseñado específicamente para la medicina estética. Su nombre es Light Enabled Neuro-robotic Arm (LENA, por sus siglas en inglés), y consiste en un brazo robótico diseñado para inyectar toxina botulínica con gran precisión. El dispositivo, también cuenta con una jeringa electrónica que ayuda a suministrar las dosis del producto de manera consistente y replicable.
“Puede ser muy difícil localizar con exactitud los puntos de inyección previos. Contar con la capacidad de registrar las coordenadas de estos puntos y luego reutilizarlas para aplicar la inyección con una precisión milimétrica (hasta 0.1 mm) nos permite mantener la consistencia en los resultados. Esto también brinda mayor seguridad a nuestros pacientes y permite realizar procedimientos completamente indoloros”, asegura el Dr. Emmanuel Elard, especialista en medicina estética y fundador de NextMotion.
La exactitud con la que funcionan estos robots, no solo garantizaría que las aplicaciones de neuromoduladores fueran más seguras para los pacientes, sino que también ayudaría en el manejo de tiempo, reduciendo la espera entre consultas y haciendo que los costos de dichos tratamientos fueran mucho más accesibles.
Nuevas fórmulas: ¿Adiós a las agujas?
Uno de los campos de la medicina estética en los que actualmente se explora, es en el del Botox tópico. Éste busca reemplazar las dolorosas inyecciones, por una solución que se aplique fácilmente en la piel. La sustancia penetraría en los músculos específicos a tratar, sin la necesidad de utilizar agujas, convirtiéndolo en un proceso indoloro y más seguro para el paciente.
Aunque la idea es vanguardista, hay escépticos. Tal es el caso de la Dra. Hannah Sivak, bioquímica especializada en el cuidado de la piel y autora del libro “La revolución científica en el cuidado de la piel”, quien argumenta que los productos de aplicación tópica (que han intentando emular los efectos del Botox mediante la utilización de péptidos cortos), «no funcionan» debido a que “un péptido corto aplicado tópicamente no puede sustituir a una potente toxina inyectada”. En su opinión, la idea de comercializarla de esta manera, es mucho más compleja, ya que este tipo de proteínas, son “caras, difíciles de fabricar y de mantener activas”.
Una alternativa ante esta problemática, sobre la que actualmente se investiga, es la de recurrir a la biología sintética para crear Botox bioingenierizado. Esta nueva generación de neuromoduladores, proveería una fórmula mucho más segura, potente, y duradera; que además fuera amigable con el medio ambiente.
Nuevos usos del Botox: el cielo es el límite
Ya lo dijo la Dra Jean Carruthers, co-innovadora y pionera del Botox cosmético:
“El Botox tiene “un efecto secundario increíble: en realidad no se queda en la piel. Ahora sabemos que regresa al cerebro y llega a una zona específica llamada giro temporal anterior inferior, que es justamente donde procesamos el dolor, el malestar y la ansiedad”.
Estos otros posibles usos de la toxina botulínica, ya están siendo objeto de investigación. De hecho, hace más de una década, la Food and Drug Administration, (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el uso de neuromoduladores, para tratar la migraña crónica. Y en los últimos años, se ha estado investigando su eficacia en el tratamiento de padecimientos como la depresión.
Por lo que el uso de los neuromoduladores, ya no solo se limitará a la rama estética, sino que, posiblemente, en un futuro se utilicen también en el tratamiento de desórdenes mentales.
¿Hacia dónde vamos?
Los avances tecnológicos y el desarrollo de nuevas fórmulas, prometen una nueva era en la utilización de neuromoduladores, enfocada en la personalización, la precisión y la seguridad del paciente. Y aunque el futuro parece estar, literalmente al alcance de la mano, la relación directa entre médico y paciente sigue siendo, por ahora, clave para garantizar resultados seguros y eficaces.
El verdadero desafío hacia adelante será encontrar el equilibrio perfecto entre el conocimiento médico, la innovación tecnológica y la investigación científica. Solo el tiempo dirá, si logramos ese balance.