Si se trata del cuidado de la piel, las mujeres latinas somos casi expertas. Sabemos que tendemos a mancharnos más que nuestras amigas de pieles y ojos claros, que el melasma no se puede eliminar pero se puede mejorar y que no importa cuán impresionantes sean los beneficios de los tratamientos con láser, en nuestra piel no son una buena opción. La lucha contra las manchas es real.
La razón es que hasta la fecha las terapias con láser tradicional han acarreado un alto riesgo de generar más daño que ventajas en las pieles latinas: desde cambios de color, manchas extremas, hasta cicatrices queloides.
La doctora Leyda Bowes, dermatóloga, quien dedicó años de su carrera al estudio de láseres en la Universidad de Harvard dice que estos riesgos han mantenido maniatados a los dermatólogos por varias décadas: “La energía que tiene el rayo láser tradicional genera calor, al aplicarlo la piel sufre inflamación, se irrita y lo que sucede en nosotros los hispanos es que este calor, que es difícil de controlar, estimula un exceso de pigmentación, es decir produce hiperpigmentación. Por eso hasta ahora no se ha podido hacer láseres como hubiéramos querido”.
Es una situación complicada para los dermatólogos pues son las manchas precisamente la principal queja de los pacientes latinos. Las estadísticas calculan que más del 50% de las mujeres latinas en los Estados Unidos sufren de ellas.
Pero esto cambió radicalmente a principios de este año: la FDA aprobó el uso de un nuevo láser intradermal que está revolucionando el mundo de la dermatología estética. Se trata de Miria, un tratamiento con láser que cuenta con una tecnología innovadora que permite su uso en pieles latinas.
Según la doctora Bowes esta tecnología, creada por dos científicos, los doctores Dieter Manstein (Harvard) y Ross Anderson (Harvard), fue estudiada por más de 10 años: “lo que han logrado es modificar totalmente el rayo láser. Este es un rayo láser que tiene la forma de un cono invertido donde la punta del cono, la parte más aguda llega a profundidad y está enfocada en la dermis donde está el colágeno que queremos regenerar pero la base es amplia y es la parte que está en la epidermis”.
En la epidermis es donde se encuentran los melanocitos, que son las células que producen melanina, el pigmento que le da color a la piel. Al hacer la base más ancha el calor que llega a esta área es menor, la energía más distribuida por lo cual no causa el mismo daño, eliminando el peligro de provocar manchas. Por eso es que es seguro para todas las pieles. Inclusive las más oscuras.
Este salto gigante en el mundo de la ciencia estética es algo a lo que se tendrán que adaptar tanto pacientes como médicos. “Va a ser una experiencia nueva para muchos dermatólogos porque hemos estado acostumbrados por varias décadas a tener que rechazar a pacientes de piel hispana, para evitar que se vayan a manchar”, dice Bowes.
Otra innovación es que la forma cónica de Miria permite que durante el tratamiento se aumente la energía a un nivel mucho más alto y que el rayo penetre a 1.8 milímetros de profundidad, algo nunca antes visto. Esto crea condiciones óptimas para regenerar colágeno y elastina evitando daños mayores.
Para nosotras este avance significa que finalmente podemos aprovechar los beneficios de un tratamiento de rejuvenecimiento con láser. Los resultados que se han observado con Miria son prometedores e incluyen: la disminución en la pigmentación, una mejoría significativa en las líneas finas, las arrugas, y lo que todas buscamos con el paso de los años: un efecto de aumento de volumen.
En cuanto a la logística del tratamiento, a diferencia de los láseres tradicionales que requieren varias sesiones, con Miria solo son necesarias dos sesiones, una al mes, y si fuera necesaria una tercera en la etapa de mantenimiento.
No está demás recalcar que cuando se trata de cualquier tratamiento, la experiencia del proveedor es esencial, es importante también hacer preguntas sobre los posibles efectos secundarios. Tanto o más importante aún es que luego de un tratamiento de rejuvenecimiento de la piel, el uso de protector solar es imprescindible. Estudios muestran que los latinos tendemos a no usarlo, creyendo que porque tenemos pieles más oscuras podemos darnos el lujo de exponernos al sol sin gran consecuencia. La realidad es que sin la protección adecuada, las manchas seguirán siendo nuestro recurrente enemigo #1. Te lo dice una periodista que tiene años intentando eliminarlas.